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El libro encuadernado

Publicado el 15-01-2013 en "Huellas de la Historia" http://www.huellasdelahistoria.com/ampliar_contenido.php?id_noti=746



En épocas donde la tecnología convierte el tiempo y el espacio en dimensiones virtuales, pareciera que un instrumento de civilización y cultura democrática como es el libro encuadernado, se vuelve obsoleto y pasado de moda.


Podemos discutir fervorosamente si el libro de papel encuadernado será reemplazado por los libros virtuales; podemos debatir efusivamente si la información está mejor resguardada en soportes electrónicos que en volúmenes impresos en papel. Pero estas discusiones se disuelven cuando nos tiramos debajo de un árbol a disfrutar aquella novela que no podemos dejar de releer una y otra vez. Y esos debates se diluyen al momento de pasar ansiosamente las páginas de una confiable enciclopedia para encontrar el dato que nos hará ganar la amistosa polémica surgida durante el café de sobremesa. 


Porque el que ama la lectura, el que tiene alma de investigador, el curioso, el que siempre se pregunta cosas conoce el valor y el disfrute de unas páginas suaves y bien impresas, de unas tapas firmes, de un cuero perfumado y del encanto de un lomo decorado con orlas doradas.


Pero antes de seguir hablando sobre el libro en la actualidad, debemos saber que el libro no siempre fue como lo conocemos hoy. Un pueblo prehistórico pasa a ser una civilización con historia cuando descubre la escritura y comienza a resguardar sus conocimientos en distintos soportes. Las paredes de las cuevas, las tablillas de arcilla y de piedra son los primeros soportes. Luego, el hombre necesita transportar mejor esa información, por lo que se usan materiales más dúctiles como sedas, papiros y amate, y luego pergaminos. 


Es recién en el Medioevo que el libro comienza a tomar la forma conocida actualmente; se cosen las páginas y se le adhieren tapas para protegerlas. Estos códices evolucionan poco a poco, se vuelven volúmenes enormes, exquisitamente iluminados y las tapas se adornan con piedras preciosas, oro, plata y marfil, convirtiéndose en joyas del arte medieval.
Con la llegada de la imprenta, el libro va perdiendo lentamente su carácter de objeto elitista. Poco a poco, muchos más pueden acceder a los libros ya que la impresión, el uso del papel y la reducción de los tamaños hacen que los costos se reduzcan y la oferta se masifique.


Ya en el siglo XX, sobre todo a raíz de la Segunda Guerra Mundial, el libro sufre otros cambios, pero esta vez no tan favorecedores. La calidad de los papeles y de las tintas decae muchísimo por la escasez de materias primas y se masifican las encuadernaciones pegadas para abaratar aún más los costos. 


Todo esto ocasiona la degradación de la calidad de los volúmenes más económicos, lo que deriva en una menor posibilidad de conservación en el tiempo de los libros "más nuevos". Si observamos un ejemplar de 1950 apreciaremos que sus hojas están muy amarillas, resecas y quebradizas, seguramente con signos de óxido (por los metales en las tintas de impresión) y su cosido deshecho (si es que está cosido y no pegado o unido con ganchos metálicos)


El daño que ocasionan las buenas intenciones pero faltas de conocimiento, pueden ocasionar que un ejemplar único de la Divina Comedia de 1920 esté casi completamente arruinado por la cinta adhesiva plástica usada para "reparar" rasgaduras, unir hojas, y conservar las tapas en su lugar. 


Las actuales características de nuestros libros nos obligan a ser más conscientes sobre los cuidados que debemos tener con nuestra biblioteca. El no comer, beber y fumar sobre nuestros libros; el no exponerlos a la luz excesiva y a la humedad; el no dejar que se deformen al guardarlos, son medidas tan importantes como no escribir en ellos ni pegarles nada. 


El que ama la lectura, el que tiene alma de investigador, el curioso, el que siempre se pregunta cosas conoce el valor y el disfrute de unas páginas suaves y bien impresas, de unas tapas firmes, de un cuero perfumado y del encanto de un lomo decorado con orlas doradas. Un buen libro, cuidado y amado, puede convertirse en un baúl de eternidad.

Buena lectura.


La escritura de los cielos



Leyendo algo aquí, observando allá y descubriendo más acá, es indiscutible marcar la conexión entre lo celestial y la escritura, el proceso que le da inicio a la historia de una civilización. Porque una de las características que le dan carácter de civilización a una sociedad compleja, es precisamente haber utilizado la escritura para el registro de su legislación y su religión y para perpetuar la memoria de su pasado.


Las grandes civilizaciones del pasado humano han dejado en claro  que uno de los regalos y mandatos fundamentales más sagrados fue poseer como pueblo las maneras de plasmar la vida en símbolos; y estas maneras siempre eran transmitidas y administradas por un dios.  

Nabu era el dios babilonio de la sabiduría y la escritura, adorado por los babilonios como el hijo de Marduk y de su consorte, Zarpanitum, y como el nieto de Enki. La esposa de Nabu fue Tasmetu. 
Fue llamado primero "escriba y ministro de Marduk", y luego asimilado como el hijo bienamado de Marduk. A Nabu se le asignaba el puesto de patrón de los escribas, tomado de la diosa Nisaba de la mitología caldea (Nidaba, Nisaba o Nanibgal fue una diosa de la fertilidad en Sumeria y de la escritura y la astrología en Asiria) Sus símbolos eran la tablilla con los útiles de escritura. Llevaba un gorro con cuernos y se lo encontraba de pie con las manos juntas, en el gesto sacerdotal antiguo. Su poder sobre la existencia humana era  inmenso, porque Nabu era quien escribía el destino de cada persona en las tablillas de los registros sagrados. Como dios de la sabiduría y la escritura, fue equiparado por los griegos tanto a Apolo como a Hermes, siendo el último identificado por los romanos con su propio dios Mercurio.

Al egipcio Tot (se lo puede encontrar también como Toth, Thoth o Thot) se lo consideraba dios de la sabiduría, visir y escriba de los dioses, inventor de la escritura, del cómputo del tiempo y profeta del futuro, regidor de las estaciones, de la luna y las estrellas, inventor de los números y las matemáticas, de la magia y el sistema legal. Estaba directamente ligado con la Luna, porque cuando el Sol se ocultaba, él procuraba disipar las tinieblas con su luz; sus diferentes fases ofrecían a los hombres una medida inmediata del tiempo, por lo que Tot era el que medía el tiempo de los cielos; fue él que estableció el primer calendario y por eso se le dio su nombre al primer mes. Se decía que Tot velaba sobre el pueblo egipcio en forma de Ibis, y les enseñaba las artes y las ciencias ocultas.

Entre otros atributos, Tot tenía el de formar parte en los juicios a la hora de la muerte, pues siendo el sabio escribano él manejaba por derecho y por obligación los libros de la vida y el destino de las personas, de las almas y del mundo. También fue el inventor de la escritura; patrón de los escribas, de las artes y de las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras, del lenguaje articulado; se decía que codificó las ceremonias que transforman a los muertos en  espíritus, y sólo los sacerdotes podían tener acceso a este conocimiento.

Según cuenta "la tradición" llegó a Egipto un avatar de Thot, un maestro espiritual que, descendió de las esferas superiores para guiar a la humanidad, para los griegos fue Hermes trismegisto "el tres veces iniciado, mensajero de los dioses". Escribió 42 libros donde dejó plasmado su conocimiento. Estos libros existían en todos los templos dedicados a la diosa Isis y también en la famosa biblioteca de Alejandría antes de ser destruida. Estaban repartidos en seis bloques de siete libros cada uno, y contenían toda la sabiduría que los hombres podían alcanzar: astronomía, medicina, matemáticas, música, arquitectura, agricultura. Además había 7 libros sagrados donde se revelaba el conocimiento de los dioses y a los cuales solo tenía acceso el sumo sacerdote del templo.

Pero Tot no estaba solo en la administración de tan variados y divinos dones. La diosa Seshat era hija y esposa de Tot. En la "Ceremonia de la Fundación", participa en el rito de "Estirar la Cuerda". Su función consistía en calcular y medir los terrenos sagrados en los que posteriormente se levantarían construcciones. Emitía sus cálculos basándose en la observación de las estrellas. 

La diosa Seshat aparece junto a Thot y Atum en el árbol sagrado de Heliópolis, plasmando en sus hojas los años de reinado de los faraones y los jubileos que éstos iban a realizar. Para llevar a cabo esta función portaba en su mano una hoja de palmera, que era el símbolo en jeroglífico de los años. Seshat tenía el título de "Señora de la Escritura", compartiendo esta función con Thot. Ella también está relacionada con la magia y con el Más Allá, siendo una de las divinidades que formaban parte del séquito de Ra en su barca, situándose junto a Thot y Heka. Aparece representada junto al faraón en el rito del "estiramiento de la cuerda", ligado a la "Ceremonia de fundación". El rito consistía en medir, calcular y orientar los cálculos sobre un terreno en el que se tenía que construir un templo de acuerdo con las proporciones cósmicas. Seshat tenía la capacidad de adaptar magnitudes cósmicas a tamaños menores. 

Ya en Grecia, Tot se trasforma en Hermes el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. Como heraldo de los dioses, Hermes preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado. De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la  inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia. Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su protección o eran llamados hijos suyos. En la adaptación romana de la religión griega, Hermes fue identificado con el dios romano Mercurio, quien (aunque heredado de los etruscos) desarrolló muchas características parecidas, como ser el patrón del comercio.


En América también existieron civilizaciones letradas con sus dioses escribas.  Itzamná,  o  hijo de Hunab Ku, el creador, se destacaba a la cabeza del panteón maya. En los códices, Itzamná aparece representado como un viejo de mandíbulas sin dientes y carrillos hundidos. Era el patrono del día Ahau, el último y más importante de los veinte días mayas. Itzamná era el Señor de los Cielos, de la Noche y del Día. Se dice de Itzamná que fue el primer sacerdote, el inventor de la escritura y de los libros.    


Quetzalcóatl era un dios azteca sabio, civilizador, de enorme sabiduría y amigo del ser humano. Fue adorado como el inventor de las artes y las técnicas de orfebrería, tejido y agricultura (él hizo llegar el maíz a los hombres y les enseñó a cultivarlo) y era un firme opositor a los sacrificios humanos, en contraste con su hermanos Huiztilipochtli, dios de la guerra y de la muerte, y Yayauqhui, señor de la noche y la oscuridad. Su piel era blanca y llevaba una poblada barba. Esa representación de Quetzalcóatl como hombre barbado y blanco y la profecía de que el Dios regresaría viniendo a través del mar desde oriente, hizo que los aztecas pensaran en primera instancia que Hernán Cortés era el mismo Quetzalcóatl. Los sacerdotes supremos de la religión tolteca recibían el título honorífico de ‘Quetzalcóatl’, como homenaje al dios y reconocimiento a la jerarquía sacerdotal de sus acólitos. Dichos supremos sacerdotes fueron considerados como profetas. Se pintaban el cuerpo de negro para emular a los antiguos sacerdotes, lo que parece afianzar la teoría de que los Olmecas, originarios del culto, pudieron ser de raza negra.

Pero los dioses necesitaban de “administradores” en la tierra, y de estas supremas tareas se encargaban los sacerdotes y escribas.

Los escribas pertenecían a una casta especial. En Egipto, el buen funcionamiento del Estado reposaba esencialmente, en los escribas. Administradores, contables, literatos o escribanos públicos, estos maestros del cálculo y la escritura eran omnipresentes. Trabajaban en todos los departamentos de la administración, llegando incluso a ser escribas reales, dominando la administración central. Las competencias del escriba de los archivos reales eran múltiples: cuidaba, controlaba y registraba todas las acciones de las demás instituciones. La importancia de su cargo demuestra, desde épocas remotas, la trascendencia que el Estado concedía a la escritura, que es el testimonio indispensable de todo aquello que constituía la vida de un país, en el que el gobierno basaba el conocimiento preciso de personas, bienes y aconteceres cotidianos.   

En Babilonia el escriba era profesional. Sus servicios eran casi indispensables, pues la ley requería que las transacciones comerciales se pusieran por escrito y las partes contratantes las firmaran ante testigos. El secretario solía sentarse cerca de la puerta de la ciudad, donde se efectuaba gran parte del comercio, con su estilo y pella de arcilla, listo para vender sus servicios a quien los requiriese. Los escribas registraban transacciones comerciales, escribían cartas, preparaban documentos, se encargaban de los registros del templo y realizaban otras tareas administrativas. El escriba era el copista o amanuense de la Antigüedad. En la civilización del Antiguo Egipto, era un personaje fundamental, pues eran cultos, expertos en escritura jeroglífica, y conocían los secretos del cálculo, siendo los únicos capaces de evaluar los impuestos, asegurar los trabajos de construcción y transcribir las órdenes del faraón. Para los hebreos era el copista de las Sagradas Escrituras y, posteriormente, incluso el doctor e intérprete de la ley.

El oficio de copista (reproducción, difusión y conservación del libro)  comienza a escapar de los fueros de los templos en Grecia, y más tarde en Roma. El dominus o señor hacía copiar a sus esclavos para  su biblioteca particular cualquier libro. Los libreros, que comercializaban estos manuscritos, también tenían copistas a su cargo. Pero en un giro de la historia, la copia de libros vuelve a los espacios religiosos en el Medioevo. En los monasterios el amanuense medieval acostumbraba a escribir o aislado en su celda (el caso de los monjes cartujos y de los cistercienses) o en el scriptorium (escritorio), dependencia común donde trabajaban muchos monjes a la vez. En esta sala los monjes escribían habitualmente al dictado, o traducían libros escritos en griego o en latín.

 Los dioses comprendieron que para completar su obra y su forma propia ante los hombres, debían dejar sus marcas y esas marcas debían perpetuarse en la vida efímera de los mortales. Los dioses comprendieron que debían escribir sus nombres para ser inmortales, y los hombres debían saber leerlos para no perderse en las arenas del tiempo. Es por eso que la escritura bajó de los cielos y regó la tierra de las grandes civilizaciones.


Fuentes


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Escribas en el Antiguo Egipto [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2011 [fecha de consulta: 11 de septiembre del 2011] En: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=40456320 Contribuyentes: Audih, Comu nacho, Cookie, Davius, Escarlati, Gusgus, JMCC1, Kugar, Laura 

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Squiripa, Anabella. Toth, el dios de la escritura. 18 de enero de 2011 10:40 p.m. En: http://sobreegipto.com/2009/01/21/thot-el-dios-de-los-escribas/   

Thode, Rosa. Toth. 18 de enero de 2011 09:42 p.m. En: http://www.egiptologia.org/mitologia/panteon/thot.htm

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Shadow. Quetzalcoatl: dios, hombre y rey. 26 de enero de 2011 12:46 a.m. En: http://www.pleiads.com/index.php option=com_content&view=article&id=78:quetzalcoatl&catid=51:america&Itemid=74



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